Esto, sin embargo, no nos absuelve de nuestras responsabilidades como custodios de la creación. No olvidemos que fue por el bien de Noé que el mundo no fue completamente destruido. La implicación del pacto con Noé es que "basta una buena persona para restaurar la esperanza".
El Adviento es un tiempo de espera que marca la presencia de la pecaminosidad en el corazón humano, y la gran distancia entre nuestra vida personal y social y el orden de justicia y armonía que Dios ordenó en los primeros momentos de la creación.
Avanzamos en Adviento y podemos preguntarnos, ¿cómo podemos ser personas de esperanza al actuar unos por otros y por nuestro planeta?
Las lecturas de las escrituras para este domingo están impregnadas del gran tema de la esperanza. La primera lectura de Isaías está llena de entusiasmo y arroja una luz poderosa sobre los dramáticos eventos del exilio en Babilonia, un tiempo de pruebas muy duras que termina con el "retorno", fases en el camino del renacimiento.
Somos un pueblo de esperanza, y llevamos esta esperanza en nuestros corazones dondequiera que vayamos en el mundo. Que esta esperanza fortalezca nuestra determinación de luchar contra las causas de destrucción y muerte.